2016/01/15

La XI Legislatura

El búnker. Pablo Iglesias demuestra en cuanto se le acelera el pulso que no cree en la democracia y la tolerancia tal y como se entienden los conceptos en la Europa civilizada. En primer lugar, él se siente investido de una legitimaidad que va mucho más allá de los 69 (suponiendo que todos le confieran legitimidad a Podemos) escaños obtenidos. Para empezar, él sabe (es omnisciente) lo que los votantes del PSOE preferían en relación con la composición de la mesa del congreso. Además, se diría que los escaños y votantes de otras fuerzas, como PP, C's o PSOE, son "menos legítimos" que los de Podemos. Son del búker. En la transición, el búnker era una forma de referirse a los franquistas nostálgicos. Es decir, para Pablo Iglesias, los votantes de PP, C's y PSOE son fascistas.

El niño. A priori, a mi no me parece mal que, como gesto de denuncia de una situación dada (la dificultad de las mujeres para conciliar su vida laboral y familiar) se lleve a un niño al Congreso. Sin embargo, creo que la exhibición de la criatura, de mano en mano, es obscena; que lo lleve una señora que disfruta del privilegio de una asistente 24h para ocuparse del niño, y que por lo tanto no tiene ningún problema para conciliar, me parece propio de la "casta", como cuando las marquesas del barrio de Salamanca hacen obras de caridad. Y si lo que se pretende con la alineación del bebé en el show Podemos del otro día es simbolizar la llegada de "lo nuevo", creo que no es sino una muestra más de la falta de consoideración de los podemitas hacia un sistema... que les permite ocupar 69 escaños en el Congreso de los Diputados.

Las rastas. La forma de vestir es una convención que codifica un abanico amplio de preferencias, sensibilidades, gustos y tradiciones. Como toda convención, no es en si ni buena ni mala. Lo que debe ser es funcional. Y para ser funcional debe ser suficientemente amplia para que la acepten gentes de distinto pelaje (nunca mejor dicho) y condición. La tradición ha sido que los señores vistiesen traje y corbata en el Congreso. El traje y la corbata son tradición porque han sido la forma de vestir de los que han tenido la capacidad de establecer tradiciones. Pues bien, parece que ahora hay más gente dispuesta a influir en la convención. Bienvenidos sean. Bienvenidas sean las rastas y las camisas de colores. Sobre la base de un mínimo decoro (que debe ser definido de la forma más amplia posible para que sea aceptado por todos), cada uno que se vista como quiera.

Llegar a acuerdos. Difícil tarea llegar a acuerdos en España. Desde que el PSOE alcanzó su primera mayoría absoluta en 1982 no se han alcanzado grandes acuerdos. Si acaso, se le fueron haciendo concesiones a los nacionalistas para alcanzar el gobierno, el PSOE en 1993, el PP en 1996 y después de nuevoel PSOE en 2004 y 2008. Pero eso no fueron acuerdos propiamente dichos. Ni los políticos ni los ciudadanos saben como llegar a acuerdos. Acordar implica ceder, y en este país el que cede es un prededor que carece de firmeza. ¿Es tan difícil establecer las prioridades? Yo creo que hay cuatro: reducir la desigualdad,atacar de raíz la corrupción, consolidar la recuperación económica y afrontar el problema catalán.


2016/01/03

¿Quiénes son los antisistema? (2/2) Volviendo a casa, por navidad

¿Y en Europa? ¿Y en España?

Vayamos directamente al caso español. ¿Cuál es el sistema español? Una posible referencia para aclararlo puede ser la Constitución de 1978, vigente y objeto de profundos debates, defendida por unos y considerada obsoleta por otros. Pero vigente, a fin de cuentas. Y en su momento respaldada por la abrumadora mayoría de españoles.

En su preámbulo, la constitución española, ley fundamental, de obligado cumplimiento por todos, dice cosas como que la Nación española expresa su deseo de "... Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo".

Después, en el Título primero: "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político."; el Artículo 27 enuncia el derecho a la educación gratuita; el Artículo 35 establece que "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo"; el Artículo 40: "Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. De manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo." Artículo 41: "Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres". Y el Artículo 47 expresa que "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos". (los subrayados son míos).

(No puedo resistirme a comentar que me parece paradójico que muchos de los que se instituyen en grandes defensores de la Constitución de 1978 en el contexto del debate catalán no tienen problema alguno en diseñar y aplicar políticas sociales y económicas que violan una buena parte de su articulado).

¿Qué nos dice la Constitución de 1978 sobre el "sistema español"? Nos habla de libre mercado, pero a la vez de un estado que asegure la cohesión de la sociedad española, cohesión encarnada en una cierta iguladad de resultados y en una radical igualdad de oportunidades.

Esta radical igualdad de oportunidades debe ser promovida y garantizada por los poderes públicos, el estado en sus diversas estructuras administrativas, mediante un gasto público solidariamente recaudado y eficientemente ejecutado.

¿Cuál es la situación actual a este respecto?

Según Eurostat (http://ec.europa.eu/eurostat/tgm/mapToolClosed.do?tab=map&init=1&plugin=1&language=en&pcode=tec00021&toolbox=data), la recaudación del estado español (todas las administraciones) como porcentaje del PIB fue en 2014 del 38,6%; esta cifra debe compararse con el 44,6% de Alemania; el 53,6% de Francia; el 48,2% de Italia; el 38,2% del Reino Unido; el 44,5% de Portugal; el 43,9% de Holanda, el 52% de Bélgica; el 58,4% de Dinamarca; el 50,1% de Suecia; el 54,7% de Noruega o el 54,9% de Finlandia.

Es decir, de los países más desarrollados y mayores de la UE, sólo el Reino Unido dedica menos recursos que España a dotar de instrumentos al estado. ¿Cómo vamos a construir o consolidar un estado del bienestar como los de los países europeos gastando tan poco en ese propósito? ¿Cómo vamos a reforzar o consolidar el sistema que recoge la Constitución con tan poca contribución a las políticas que deben hacerlo?

Es un hacerse trampas al solitario decir "yo no quiero el modelo norteamericano; yo quiero que españa sea como Dinamarca", para a continuación afirmar que el regimen fiscal español es expropiatorio. Si queremos ser como Dinamarca, quizás haya que pensar que los 20 pp de gasto público como porcentaje del PIB de más que Dinamarca recauda puedan tener algo que ver en la diferencia de prosperidad y cohesión social de los dos países.

Todos los países europeos citados son reflejo de una realidad: el estado, un estado potente y bien financiado, es imprescindible para construir las sociedades que todos consideramos las mejores posibles, las sociedades europeas que son el mayor espacio que la historia ha visto para el desarrollo de las personas en libertad y prosperidad. Y, a su vez, todos esos países demuestran una de las grandes falacias del libre mercado. Es falso de toda falsedad que el crecimiento económico per se genere sociedades más prosperas. En ausencia del citado estado redistribuidor, el crecimiento genera, como cada vez hace en mayor medida en los EE.UU., élites codiciosas y avariciosas que acaparn todo el crecimiento de la riqueza. Las creencias liberales son eso, creencias, ideologías sin sustento en la realidad, al servicio de los intereses de unos pocos.

Y mientras tanto, España vive una situación de emergencia social. Según la OCDE, es el país (junto con uno de los bálticos) en el que más ha aumentado la desigualdad. Hay cientos de miles de desempleados sin prestación. Los salarios han menguado en 40.000 millones de euros en comparación con la situación que encontró el PP en 2011. Se han producido recortes en sanidad, recortes en educación, recortes (o incluso paralización) en la dependencia. Organizaciones no sospechosas como Cáritas avisan de millones de personas en riesgo de exclusión, o de niños en situación de pobreza. Por primera vez desde la transición de los años setenta se dan situaciones como el abandono de los estudios universitarios por razones económicas, la pobreza energética o la pobreza de los empleados. Por primera vez una generación de padres creen que el futuro de sus hijos será peor que el suyo, y que sus hijos no disfrutan de la igualdad de oportunidades que el sistema (español) debería asegurarles.

Y nos dicen algunos políticos: "ahora lo que hay que hacer es asegurar la recuperación económica". Bien, vayamos por partes. Lo que esos políticos quieren decir (o no quieren, no sé) es "ahora lo que hay que asegurar es el crecimeinto económico, que ya si eso ese crecimiento acabará por llegar de forma automática (¿automágica?) a todos... mientras recortamos en sanidad, en educación, en prestaciones al desempleo, en dependencia, en ...

De forma más o menos cínica, opinan esos políticos, y muchos de sus votantes (estos en muchas ocasiones de buena fe) que lo más importante para el país es la salud económica.

Pues bien, no lo es para el "sistema español". Tal y como ese sistema se diseñó, la salud económica y la cohesión social son igual de importantes. Aplazar la segunda en virtud de un supuesto aseguramiento de la primera es tan "antisistema" como hacer demagogia económica.

Yo creo que en España estamos cerca de un punto de ruptura del sistema. Sé que no estamos aún en los niveles de los EE.UU., pero la igualdad de oportunidades está seriamente amenazada en nuestro país. Y la igualdad de oportunidades está en el núcleo de nuestro "sistema", tal como lo define la Constitución de 1978.

¿Y quiénes son los antisistema que están amenazando con romper el sietema español?

Pues sin duda lo son los demagogos que hace tan sólo unos meses defendían la economía venezolana y la política marxista-leninista; que hace sólo unos meses querían cerrar los medios privados de comunicación; que have sólo unos meses querían expropiar las empresas eléctricas y las de telecomunicaciones; impagar la deuda, etc. etc. Esos señores que decían que la Constitución de 1978 era un "papelito". Esos señores que sólo hace dos o tres años se dedicaban a reventar actos públicos en los que políticos democráticamente elegidos iban a expresar sus opiniones. Vaya, los amigos Iglesias, Monedero o Errejón, de los que no me creo ni una palabra acerca de sus cambios de opinión y de su conversión tan reciente a la democracia. Los señores de Podemos son de naturaleza totalitaria, y acabarían con la democracia si pudiesen.

Pero para mi son tan antisistema como ellos los que desprecian la crisis social en España, los que legislan para los que más tienen, los que pretenden encoger aún más nuestro estado y herir de muerte la igualdad de oportunidades y el estado del bienestar; los que no persiguen el fraude fiscal con convicción y aministían a los ricos sus pecadillos fiscales; los que sólo consiguen recaudar el 3% a las grandes empresas; los que frívolamente prometren bajadas de impuestos que nos alejen aún más de los países a los que cínicamente dicen querer parecerse. Tan antisistema como los de Podemos, porque si tienen ocasión, van a acabar con el sistema que definió la Constitución.

Porque la democracia liberal participativa es imposible sin la libertad con la que acabaría Podemos, pero no es nada más que una mascarada sin la igualdad de oportuniadades que el PP ha herido de muerte.

Fe de errores: en la entrada tal y como se publicó el día 3 de enero los datos relativos a la recaudación de los estados, incluyendo contribuciones a la seguridad social, no son correctos. Para 2012, los datos correctos son (recaudación fiscal de los estados -todas las administraciones- incluyendo contribuciones a la seguridad social, como % del PIB):

  • Bélgica 45,4
  • Dinamarca 48,1
  • Alemania 39,1
  • Grecia 33,7
  • España 32,5
  • Francia 45,0
  • Italia 44,0
  • Austria 43,1
  • Portugal 32,4
  • Finlandia 44,1
  • Suecia 44,2
  • Noruega 42,2
  • UK 35,4

El análisis y sus conclusiones no se alteran, pero estos son los datos correctos.








¿Quienes son los antisistema? (1/2) El caso de los EE.UU.

Domingo 3 de enero de 2016. Las páginas 2 y 3 de El País recogen diversas informaciones e interesantes datos acerca de la economía y la sociedad americana que se enfrenta a un año electoral.

  • Por primera vez desde 2002, las diez primeras empresas del mundo por capitalización bursátil son norteamericanas.
  • Las ganancias de los negocios en Nueva York han crecido un 61% entre 2001 y 2013...
  • ... mientras que los salarios lo han hecho menos de la mitad, por debajo de la inflación acumulada en el periodo.
  • En Nueva York, los ingresos del 1% más rico han aumentado el 32% entre 2009 y 2012, en tanto que la media de los ingresos del 99% restante ha decrecido un 1%.
  • Una trabajadora de la limpieza en el aeropuerto JFK gana 10 dólares a la hora, 1.600 dólares al mes, 19.200 dólares al año. Para poder acceder a un programa de viviendas destinadas a personas de bajos ingresos en el Bronx, hay que acreditar ingresos mínimos de 31.098 dólares al año.
Este es el modelo de la economía y la sociedad norteamericanas. A escala nacional, según el instituto Pew, la clase media ha dejado de ser la más numerosa del país.

¿Qué hay detrás de esta situación, qué factores la explican y qué nos dice de la sociedad americana? Lo cierto es que seguramente hay múltiples causas, cada una de ellas de complejo análisis, merecedoras de un espacio de reflexión de más hondura intelectual y más extenso que este modesto blog. Pero para construir el argumento que pretendo defender, se me ocurren tres.

La primera es la globalización. La globalización está suponiendo la salida de la pobreza de cientos de millones de personas en Asia, América Latina y, en menor medida, África, pero está asimismo trayendo consigo el empobrecimiento de las clases bajas y medias de los países desarrollados. De alguna forma se está produciendo una competencia por el trabajo entre las poblaciones de los países pobres y las clases bajas y medias de los ricos, con clara desventaja para éstas, que viven en países con niveles de vida mucho mayores y que resultan mucho más caros para vivir, requiriendo rentas más altas para poder acceder a una vida digna. En el interim, el capital asiste encantado a esta competencia, porque su resultado no es sino el abaratamiento de uno de los factores principales de producción.

Una segunda causa es probablemente el cambio tecnológico. Lejos de mi la tentación del ludismo. Yo creo que el cambio tecnológico no es en sí malo y, en la medida en la que aumenta la productividad, es bueno a largo plazo. El problema es el estado transitorio que sigue a toda disrupción tecnológica. Los trabajadores menos cualificados son necesariamente víctimas a corto plazo de dicho cambio, porque carecen de los conocimientos o experencia requeridos en el nuevo mercado de trabajo, tal y como los cambios tecnológicos lo han reconfigurado.

Pero hay una tercera causa, endógena en este caso al propio modelo social de los EE.UU., que se basa en una serie de supuestos ideológicos que se han ido haciendo dominantes en aquel país. Supuestos, por cierto, muy cercanos al núcleo del credo (sí, del credo) liberal. El primero es que el mercado dejado a su albur genetra resultados aceptables para las sociedades; como corolario, la política económica debe centrarse en el crecimiento, y la riqueza permeará de forma automática (¿automágica?) a todos los estratos sociales. No hay más que repasar los datos recogidos al principio de esta nota para darse cuenta de la falsedad de esta idea. No se ajusta a la realidad. La realidad nos indica que ni el mercado per se genera resultados aceptables para las sociedades, ni el crecimiento económico garantiza el bienestar general de las sociedades.

El segundo supuesto es el ligado al denominado "sueño americano": si una persona se esfuerza y trabaja duramente, podrá conseguir lo que se proponga. Esto ha dejado de ser cierto. Hasta una publicación tan poco sospechosa como The Economist alertaba hace poco acerca de la constitución de una aristocracia económica (y política) es EE.UU., fundamentadsa en (a) la endogamia de los ricos y (b) el encarecimiento estratosférico de la educación media y superior de calidad en el país. En román paladino, los ricos se casan entre sí, llevan a sus hijos a colegios y universidades carísimas, que no están al alcance de las clases medias y bajas y, de esa forma, perpetúan su estatus económico y social. La igualdad de oportunidades es cada vez menor o ya inexistente y la movilidad social en los EE.UU. se ha reducido drásticamente a medida que ha ido aumentado la desigualdad.

El sueño americano, como encarnación de su sistema social y económico, se ha quebrado. Se ha quebrado por el impacto de una serie de factores externos, pero también por la aplicación de una serie de políticas de origen liberal-conservador, que han defendido los privilegios de unos pocos, su derecho a enriquecerse de forma obscena por encima de su deber de solidaridad para con sus conciudadanos. Estas políticas han tenido su reflejo máximo en su vertiente fiscal, tanto recaudatoria como de gasto. Los ricos y las empresas no pagan en EE.UU lo que les conrrespondería (el propio Warren Buffet se escandalizaba al respecto). ¿Lo que les correspondería para qué? Para asegurar la igualdad de oportunidades, sin la cual el sistema americano no es sostenible.

Entonces, ¿quiénes son los antisistema en los EE.UU.? ¿Los ecologistas? ¿Los sindicalistas? ¿No serán los antisistema más bien los defensores de las supersticiones ideológicas del liberal-conservadurismo y sus ejecutores, los lobbies de las grandes empresas y del sector financiero, que además han capturado al mundo político (ver el documental Inside Job:
https://vimeo.com/27292661)?