2019/10/21

No te lo tomes por lo personal

Los críticos de tradición marxista del capitalismo (hay otras tradiciones que lo han criticado; por ejemplo la cristiana) acuñaron un término que sido capaz de echar raíces en el lenguaje común o, al menos, en el lenguaje común de los grupos más cultos de la sociedad. Se trata de "la cosificación" (o, como dicen los más cultos de entre los cultos, "la reificación"). La cosificación es el mecanismo mental y social en virtud del cual las personas reciben consideración y trato de objetos, de "cosas". En el capitalismo la cosificación conduce a la alienación del trabajador; el trabajador es considerado como "un factor de producción" del que se desatienden todas las necesidades espirituales y emocionales (además, claro está, y siempre según esta crítica al capitalismo, las materiales), y al que solo se considera en cuanto tal, como un objeto al servicio de la producción.

En su análisis crítico de la Ilustración, Horkheimer y Adorno (los filósofos principales de la primera escuela de Frankfurt) extendieron esta crítica a lo que el primero de ellos denominó "razón instrumental", aquella que se olvida de los fines y se centra exclusivamente en los medios para alcanzarlos. Es esta razón instrumental la que, al servicio del impulso de dominio, convierte al "otro" en un objeto, una cosa más que tomar en consideración a la hora de determinar cuáles son los mejores medios para alcanzar fines que no necesariamente se determinan mediante el uso de la citada razón.

Viene esta introducción a colación de la expresión "No te lo tomes por lo personal", que con tanta frecuencia se utiliza en el mundo profesional como colofón a la explicación de una decisión que no es favorable al empleado. Desde mi punto de vista, no hay mejor ejemplo del grado hasta el cual la famosa cosificación se ha generalizado y ha pasado a formar parte del "aire que respiramos" en nuestra vida profesional que el frecuente empleo de la expresión de marras.

Y me pregunto; si somos todos personas, personas en interacción, ¿cómo es posible desposeer a cualquiera de nosotros de su condición de persona en el ámbito del trabajo? ¿Se trata acaso de que nos convirtamos en autómatas de cuando en cuando?

"No", se me puede replicar; "lo que la expresión quiere decir es que la decisión que se ha tomado o la evaluación que se ha llevado a cabo se refieren a los aspectos no personales del profesional". Bien. Entonces, me pregunto, ¿cuáles son esos aspectos? ¿se pueden dejar al margen las emociones, sentimientos, aspiraciones de las personas? Y, si lo hacemos, ¿qué queda de ellas?

Me parecería mucho más honesto asumir que sí, que todo es personal porque las personas son siempre personas; que las decisiones profesionales de los gestores afectan a las personas en su integridad; que les pueden hacer daño, frustrarlas o deprimirlas. Que, en definitiva, las personas no son cosas.

Es posible que el dolor sea inevitable cando en las empresas y, en general, en la sociedad se toman decisiones sobre las personas. Pero pienso que la actitud honesta es asumirlo y no tratar de hacer "como si no pasase nada", y erradicar ese "no te lo tomes por lo personal" que, además, parece tomar al que lo escucha por idiota.