2011/11/07

El bien y el mal, nada menos (para Miguel Albero)

¿Cuándo aparecieron el bien y el mal en el Mundo? No era malo el tiranosaurio rex que devoraba a diestro y sinestro a todo aquel que se cruzaba en su camino, del mismo modo que no era buena la hembra mamut que prohijaba a la cría huérfana de una compañera de manada y la ayudaba a completar el largo vaje migratorio en busca de alimento. No había entonces bien o mal. El bien y el mal aparecen con el hombre. Creo que, además, aparecen antes que nada las emociones asociadas al bien y al mal, que luego se transforman en las ideas de bien y mal.

Leí hace tiempo que existen unos circuitos neuronales en el cerebro humano responsables de la empatía. Son circuitos neuronales capaces de "representar" en nuestra mente al prójimo, capaces de construir en nuestra mente un mapa emocional del otro y, de ese modo, de reconstruir las emociones que pensamos que el otro está experimentando. Se genera así empatía, y se siente la alegría del otro, la sorpresa del otro, el miedo del otro, el sufrimiento del otro. Yo creo que es por medio de esos mecanismo neuronales y en el momento en el que se alumbra esa representación emocional del otro cuando surge el sentimiento del bien y del mal. Hacemos el bien cuando la respuesta que pensamos que elicitamos en el otro la representamos en nuestra mente como una emoción "buena"; hacemos el mal cuando, por el contrario, dicha respuesta la representamos como una emoción "mala".

Después viene la elaboración racional de la idea, las teorías éticas y morales, el principio categórico y todo lo demás.

Sobre el mal es más difícil pensar que sobre el bien; de hecho, casi siempre se piensa sobre el mal en negativo. El mal es el negativo del bien. En los relatos religiosos el principio creador de todo suele ser un principio "bueno". La evidente paradoja de que de este principio bueno haya surgido un mundo como el nuestro, lleno de dolor y sufrimiento (cuando sólo debería tener felicidad y alegría) se trata de resolver (yo creo que con poco éxito) achacando las miserias de las creación no tanto al creador como a lo creado, en forma de ángel cáido y conspirador o de humano ingrato y pecador.

Sin embargo sí es verdad que hay formas de mal que son especialmente inquietantes, hay formas de mal especialmente "malas". Por ejemplo, el mal gratuito. El mal que se infiere para conseguir algo a cambio (robó el banco para darle de comer a sus hijos) es menos desasosegante que el que se hace "por nada", el mal que se hace por el mal en sí. Me viene a la cabeza el caso del asesinato de cientos de jóvenes en una isla noruega a manos de un joven sin aparente beneficio derivado de su crimen.

Otra característica especialmente inquietante del mal es la frialdad. El mal que se ejerce como consecuencia de emociones desbocadas parece tener un eximente respecto del mal que se hace con total frialdad: soldados de los einsatzgruppen matando a decenas de miles de judíos igual que un obrero ensamblaría miles de bolígrafos, sin aparente perturbación de su ánimo.

La tercera característica a la que me voy a referir es la señalada por Hannah Arendt en su análisis de Eichman: la banalidad del mal. Nos tanquiliza más pensar que el mal es obra de "malvados de una pieza"; nos desasosiega sin embargo pensar que el mal puede ser ejercido, en sus expresiones más extremas, por cualquiera, por el amable tendero de la esquina si es colocado en el lugar adecuado en el instante preciso.

Es un tema infinito, y quizás difícilmente "decible". Merece una buena novela, sin duda.

6 comentarios:

  1. Para mi hay más piezas claves del mal entroncadas en los pecados capitales. Sobre todo LA IRA que además muchas veces está encubierta y es subsconsciente, qué decir de la venganza y la envidia, hasta de la pereza se genera mucha maldad.

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  2. Elena, ¡bienvenida! ¡Qué alegría verte por aquí! Pues sí, tienes razón, el tema da para escribir mucho; de hecho daría para un blog monográfico. La ira es de esas formas de mal a las que me refería como cargadas de emoción. La venganza es distinta, se presta al tipo de mal frío y racional al que me refiero en la inserción. De hecho, me parece que hay un dicho que establece que la "venganza deber servirse en plato frío", o algo así. Lo de la pereza, no sé, no sé. ¿Es mala?

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  3. Me dice por email mi amigo Rafa Asensio:
    "Lorenzo, cómo me tiras de la lengua hablando de mis temas favoritos ;-)

    Más que comentar las características que señalas, la gratuidad, la frialdad, la banalidad, temas que ya de por sí traerían cola, voy a añadir unas notas sobre los motivos del mal, que me parece otra discusión interesante. Creo que hay varios:

    1. Finalidad. La más obvia es el beneficio propio: te hago daño porque busco mi beneficio y, no sintiendo empatía, tu bienestar me da igual. El motivo más común, trivial, y por tanto menos interesante. Una variedad algo (no mucho) más interesante, y más terrible, de esto, pero variedad de lo mismo al fin y al cabo, es el mal que persigue una finalidad aunque no sea para uno, un buen ejemplo es el terrorismo -el terrorista combina falta de empatía con una distorsión de la causalidad de sus acciones, pero en último término actúa con una finalidad.

    2. Conformidad. Los Einsatzgruppen (y tantos otros grupos de invididuos en regímenes totalitarios, en tiempos de guerra, etc.) hacen lo que hacen porque son parte de un grupo y tienen un sentido del deber para con ese grupo. No se trata de frialdad (de hecho está documentada la profunda zozobra e impacto psicológico asociados a estas acciones), sino de "sacrificio" por el grupo. Hago monstruosidades porque alguien las tiene que hacer, y si no las hago yo estoy siendo injusto con mis compañeros, que tendrían que pasar solos por este terrible trance. La conformidad con el grupo por encima de la empatía y la humanidad.

    3. No conformidad. Dejadme enfatizar cómo tanto la conformidad como la no-conformidad son posibles fuentes de mal. Hablo aquí del mal como ejercicio de rebeldía. Hago daño porque soy diferente, porque estoy harto del mundo y quiero demostrarme a mí mismo que soy profundamente diferente y dañar al mundo que tanta conformidad me exige. Sospecho, sin sentirlo en mis carnes afortunadamente, que no como una expresión externa sino como resultado de un diálogo estrictamente íntimo con uno mismo. A esto algunos lo llamarán locura para no ahondar en el debate, pero creo que sería trivializarlo un poco.

    A lo mejor hay más, pero estas tres son las que yo practico -naturalmente es broma ;-)

    Otro tema de mi máximo interés, pero ahora no tengo tiempo, es lo que Hannah y tú llamáis banalidad o, más interesante aún, la capacidad del amable tendero de la esquina para hacer el mal. O lo que es lo mismo, nuestro eterno tema de discusión favorito: la responsabilidad individual y la fortaleza mental requerida para hacer el bien en ciertas circunstancias, no siempre al alcance de todos.

    Prometo volver ...

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  4. Rafa, ¡bienvenido a esta tu casa! Como siempre, interesantísimo lo que dices. Déjame que tire del hilo. ¿Hay motivos legítimos para el mal? Es decir, ¿hay situaciones en las que el mal es "menos mal"?
    Por ejemplo, la legítima defensa. Se infringe un mal a otra persona, pero es para defender un bien determinado (la propia vida, la propia hacienda) de un mal que la acecha. O la defensa del débil; podemos infringir un mal al villano que está expoliando al débil, a la Robin Hood. O el ejercicio legítimo de la violencia por parte del Estado. O conforme a tu esquema, en contextos de conformidad: la obeiencia debida (de la que en mi familia algo se sabe). Frente a mi propuesta de máximos, de empatía total con el objeto del mal, ¿cuáles de estos mecanismos de legitimación del mal son válidos?

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  5. Esto es un temazo!!Creo que existe el Bien y también el Mal, así, con mayúsculas,aunque buenas personas sean capaces de cometer terribles actos de maldad en un momento dado y auténticos malvados puedan hacer cosas heroicas.Es decir,que no son cualidades ligadas a las personas, sino cualidades esenciales.Los niños no son malos,pero hacen cosas malas y eso es lo que hay que enseñarles.Estoy leyendo un libro que viene muy al caso, Crímenes, de Ferdinand Von -----,un abogado alemán que desde la asepsia más absoluta transmite esta idea inquietante:Todos somos capaces de realizar actos de maldad. Estoy de acuerdo con él,aunque esta idea a mí personalmente,me asusta.¿Será la educación judeo-cristiana?Otracosa que me parece que alienta la ejecución de actos de maldad es la impunidad.No hay más que echar la vista atrás a las últimas guerras para ver las barbaridades que pueden hacerse al amparo de ésta.Muy interesante el debate.Un beso

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  6. Alicia, ¡qué interesante lo que dices! ¿Dónde están el Bien y el Mal, si no residen en las personas? ¿Tú crees que lo que nos hace ser buenos es la "presión social" a través de la educación y de otros mecaniosmo de "domesticación" de la persona, o piensas que las personas son "buenas por naturaleza" y es precisamente la vida social lo que las hace tener malos comportamientos? Si todos somos capaces de los bueno y lo malo, ¿qué hace que en una situación concreta actuemos haciendo el bien o el mal? Muchas gracias por visitar ésta, tú casa.

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