2012/01/13

El mal y el poder

Decía en una inserción anterior que el Bien no existe como entidad ajena al ser humano. El bien "emerge" como consecuencia de la empatía, esa capacidad de representar en nuestros cerebros los sentimientos y emociones de los otros seres humanos. Esa capacidad nos permite formarnos una idea bastante ajustada de lo que es bueno o malo para los demás. Hacer el bien sería, conforme a esta idea, hacer las cosas que aumentan el bienestar de los demás en todas las dimensiones de la expresión, desde el bienestar material hasta el bienestar espiritual, quizás estructurados a imagen de la famosa pirámide de Maslow.

El bien no existe; sin embargo el mal, definido como el negativo del bien, sí existe en la Naturaleza. No tanto en el plano físico (la materia y las interacciones fundamentales no son, pese a lo que puedan opinar los intertextualistas franceses y norteamericanos, buenas o malas) cuanto en el plano de la vida. Veamos. Un león macho desbanca al alfa de la manada. Inmediatamente mata a los cachorros que constituían la descendencia de aquél, para que las hembras, al interrumpirse la lactancia, recuperen pronto la fertilidad y él pueda cuanto antes procrear y dar así continuidad a su carga genética. Es un comportamiento horrible, mal casi en estado puro... ¿o no?

Pues bien, no. El león en cuestión no accede a la dimensión moral, porque no es consciente de sí mismo y mucho menos de los demás como "otros yo". El león en cuestión no tiene elección. Es esclavo de sus genes. Es esclavo de la pulsión irrefrenable a reproducirse.

El humano también siente esa pulsión, pero, como es capaz de representarse a los demás humanos y, en particular, sus sentimientos y emociones, debe contrapesar su beneficio con el perjuicio causado. En este juego de equilibrios se dirime lo ético.

Decía en la anterior inserción sobre el tema que hay tres características del mal particularmente inquietantes: la banalidad del mal, la frialdad con la que el mal se causa y su gratuidad. Hoy leía en la prensa que un tipo ha asesinado a una vecina "para ver qué se siente". Este hecho reune las tres características, pero sin embargo también pone de manifiesto que las cosas no son exactamente así.

No hay mal gratuito. El mal aparentemente gratuito, el mal que un niño pequeño causa a un animal o a un compañero de juegos en el patio del colegio, el mal del comandante del campo de concentración que asesina por diversión, el mal del tipo de la noticia de hoy, no son gratuitos. Proporcionan una sensación atávica, potente, profunda: la sensación de empoderamiento, de ser más poderosos que el otro, de ser soberanos sobre su bienestar e, incluso, sobre su vida. Y esa sensación de empoderamiento, esa sensación de poder, es una poderosa droga cuyos efectos corren paralelos a la sensación de que los genes se han transmitido. Poder lleva a potencia; potencia lleva a omnipotencia; y la sensación de omnipotencia conduce a la de inmortalidad. La misma sensación que tenemos cuando comprobamos que nuestros genes se han transmitido con éxito.

Incluso cuando el mal parece gratuito no lo es. Satisface la voluntad de poder. Y la evolución nos ha programado para sentirnos recompensados con la sensación de inmortalidad. No es nada nuevo, ya lo dijo Nietzsche mucho mejor.

Es obvio que la vida no discurre en blancos y negros, y que la mayor parte de las situaciones a las que nos enfrentamos no comportan decisiones asociadas al mal gratuito. Sin embargo, si lo que digo tiene algún sentido, la tarea del bien es la tarea de despojarnos de la voluntad de poder.

Y, sin embargo, ¿es posible concebir al ser humano y a las sociedades humanas totalmente despojadas de la voluntad de poder? ¿es concebible la total erradicación del mal?

3 comentarios:

  1. Quieres decir que el bien no existe en si mismo salvo que sirva para algún fin? No existe el altruismo puro? Qué pasa cuando alguien dona un órgano en vida sin conocer al donante? Cuando alguien quiere simplemente hacer el bien sin recibir algo a cambio, incluso peligrando su vida? Cuando alguien se arriesga por un desconocido por ejemplo en un accidente? Es simplemente instinto de supervivencia de la raza humana? El bien no solo, o no necesariamente, nos despoja de la voluntad de poder, o, si quieres refuerza una sensación de poder hacer las cosas de acuerdo a una concepción optimista de la vida, y nos llena de sentimientos de orgullo y satisfacción hacia nosotros mismos. miento? Si

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  2. .... No miento, fallos del teclado..

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  3. Muchas gracias por tu comentario (que divertido contestarte en la "nube" teniéndote sentada, a un metro de mi, en la misma mesa).

    Lo que quiero decir es que no existe el Bien como principio externo a lo humano. En otras palabras, en el mundo de las ideas de Platón están las matemáticas, pero no el Bien. El bien surge cuando los humanos, haciendo las cosas a las que haces referencia en tu comentario, son buenos.

    Mi punto en la inserción es que para despojarnos del mal debemos hacerlo de la voluntad de poder.

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