2012/02/06

Identidad y política (para Ruth y José)

Ayer Almudena y yo cenamos en casa de nuestros amigos Ruth y José en La Laguna. En el curso de la charla, surgió una idea que creo que merece ser recogida.

Desde antiguo algunas de las ideologías políticas han econtrado su fundamento en terorías del hombre de tipo identitario, que no sólo han buscado responder a la pregunta política por antonomasia, "¿cuál es la mejor forma de organización política y social?", sino que han tratado de ir más allá, proporcionando una identidad al humano y dotando a su vida de sentido.

Ejemplos de estas doctrinas políticas lo constituyen las teocracias, en las que la organización social y política se deriva de una revelación que unos pocos elegidos han recibido de Dios y, de este modo, queda más allá de la libre deliberación de los cuidadanos (que, en estos regímenes, de hecho no lo son). Otro ejemplo de estas doctrinas son los nacionalismos, en los que la identidad del individuo se estructura a partir de su pertenencia a un "pueblo" o etnia particular, siendo este mecanismo de pertenencia el vector principal de asignación de derechos, y constituyendo la preservación de la citada identidad un fin muchas veces superior a la preservación de derechos más básicos de los individuos.

El problema de estas teorías es precisamente su grado de ambición. Son aproximaciones totalizantes, que pretenden dar respuestas a cuestiones que van más allá de la mera organización social. Las cuestiones básicas de la organización social (la elección de los gobernantes, la toma de decisiones, el equilibrio entre clases, la distribución de la riqueza, los derechos y obligaciones de los ciudadanos) deberían estar sujetas a un principio similar al de relatividad en física: deberían ser independientes del "sistema de referencia" ontológico o antropológico de las personas. Sin embargo, cuando la referencia a la hora de hacer política se busca en una teoría totalizante del ser humano, este principio de relatividad se quiebra, y se produce la deriva de lo "totalizante" a lo "totalitario". La tentación de lo totalitario siempre está latente en los sistemas políticos de raíz religiosa o nacionalista, forma parte del "ADN" de dichas concepciones. Lo mismo cabría decir de las teorías políticas que se derivan directamente de filosofías abarcantes, como el marxismo de raíz hegeliana.

Frente a estas teorías, la democracia ilustrada no parte de más presupuesto que la igualdad radical entre los cuidadanos como sujetos de derechos individuales, que libremente deliberan, votan y toman decisiones.

Por eso es tan importante la estricta separación de la política y la religión o la búsqueda de la identidad. Por eso es tan importante

3 comentarios:

  1. Ufff, esa cena tuvo más que ver con El Banquete de Platón o Mi noche con Maud que con la Última Cena de Jesús o la de Viridiana. En un post data podrías haber especificado los vinos que acompañaron a tan excelsa discusión a la que me uno brindando con este café con leche mañanero. Me has alegrado el día, Lorenzo!!! Efectivamente, Hegel me eriza el pelo (liberal) todavía más que las cosmogonías religiosas porque la Razón Absoluta es mucho más totalitaria, en su afán totalizante como bien dices, que incluso el Jehová del Antiguo Testamento.

    Y el problema en perspectiva es que el "capitalismo de Estado" tanto ruso como sobre todo chino se está desarrollando desde esa matriz ideológica hegeliana que desde un inicio marxista ahora está absorbiendo como un agujero negro al orbe liberal, reinterpretando el liberalismo desde la perspectiva de Hobbes (un hegeliano avant la lettre) en lugar de la de Locke (mira esa portada de The Economist con Lenin fumándose un puro capitalista)

    Saludos mourinhistas

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  2. Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo contigo...

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  3. ¡Fantástico! ¡Te estás haciendo sociademócrata!

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