2014/04/08

Sobre Cataluña

Y bien. Se ha celebrado el debate en el Congreso de los Diputados sobre la solicitud del Parlamento catalán de recibir del estado las competencias para la organización de un referendums. ¿Y ahora?

No soy nacionalista. Creo que el sentimiento de identidad nacional no debe constituir el eje sobre el que articular la convivencia en una sociedad moderna. Creo que la Ilustración nos mostró que el camino hacia el estado moderno era sustraer su fundamento a los sentimientos, las emociones o las creencias religiosas, y situarlo en la racionalidad. Y como instrumentos para que dicha racionalidad se exprese, la igualdad entre todos los ciudadanos y ciudadanas, sus derechos y obligaciones, el debate de las distintas ideas y propuestas, la elección por sufragio universal de los representantes del pueblo y de sus gobernantes y las leyes.

El sufragio universal como mecanismo de expresión de la voluntad del pueblo me parece uno de los mejores inventos de la humanidad; un ciudadano o ciudadana, un voto. Todos iguales a la hora de votar. Y a su altura sitúo la universalidad de los derechos y el cumplimiento de la ley. Porque la igualdad de los derechos y el cumplimiento de la ley protegen al que, en un régimen arbitrario, saldría perdiendo. Protegen al débil, al que no tiene recursos económicos o conexiones sociales para hacerse valer.

La pretensión del Parlamento catalán de recibir las competencias para celebrar el referéndum no es legal. Tampoco lo es el "derecho a decidir" tal y como lo pretenden ejercer, ya que "lo" que se pretende decidir corresponde decidirse, según la Constitución del 78, al conjunto de los españoles. Tienen razón Rajoy y Rubalcaba cuando dicen que es contrario a las leyes pretender la celebración de dicho referéndum, que en sí es constituyente (porque cambia la natiraleza misma de España), sólo en una parte del conjunto del estado.

Sin embargo, el asunto no puede dejarse ahí. Todos tenemos ya la percepción de que una parte muy importante de la población catalana quiere ser independiente. Y este problema debe ser abordado. Y no puede soslayarse con el argumento de que la pretensión es inconstitucional. Claro que lo es. Pero es algo más. En el plano lógico (no en el cronológico), es una pretensión pre-constitucional.

Una constitución no es sino la forma jurídica, legal, en la que se da forma a una voluntad política colectiva: la de formas una comunidad, un espacio de derechos, que se denomina estado. Pero en el plano lógico, la voluntad política precede (y fundamenta) al la forma legal y jurídica que adopta. Una vez más la metáfora del matrimonio aplica: el matrimonio da forma legal al proyecto de vida en común de una pareja; pero no pretendemos en las sociedades civilizadas que la forma legal que es el matrimonio determine el proyecto vital de una pareja, y de ahí la existencia del divorcio.

Muchos catalanes parecen haberle retirado el fundamento político a la constitución española del 78. Y, aunque desde el punto de vista legal la propia constitución les niegue la posibilidad de hacer operativa dicha retirada, desde el punto de vista político el resto de los españoles deberíamos hacer viable el proceso. Deberíamos facilitar la reforma de la constitución para que los catalanes renueven o den por extinguida su voluntad de formar un espacio de derechos comunes con el resto de los españoles.

Y, obviamente, ello en una consulta clara, transparente, sin manipulaciones, dejando claras las consecuencias (salida de la UE, del euro, de la ONU, de todos los tratados internacionales, empobrecimiento, etc etc) y de obligado cumplimiento.

Como comunidad política madura que somos, este sería, desde mi punto de vista, el comportamiento colectivo más maduro y sensato.

2 comentarios:

  1. Hay varios problemas, Lorenzo

    1) Cuando bajas de lo abstracto a lo concreto, ni siquiera hay el mínimo consenso entre los españoles no catalanes ni catalantes.
    2) No hay un mecanismo jurídico sencillo para que esto ocurra.
    3) El juego de la cesión de competencias o de financiación es un asunto interno, pero la independencia es un asunto internacional, y no hay nadie, en Europa ni fuera, a quien venga bien que Cataluña se independice

    Abz

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    1. Es verdad Augusto. Pero las dificultades prácticas no deben ser óbice para respetar los principios democráticos, desde mi punto de vista. de lo contrario estaremos décadas con la cantinela del déficit democrático. Yo creo que (a) debe haber un debate honesto y profundo en Cataluña sobre estas dificultades prácticas y sobre las consecuencias de la independencia (hasta ahora no lo ha habido, porque CiU y Esquerra lo están hurtando a la sociedad) y (b) una reforma de la constitución para permitir que expresen su deseo de renovar o extinguir su pertenencia a la comunidad del estado español.

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