El
estado moderno que surge de la Ilustración es un espacio de derechos y
obligaciones. Es un espacio de pactos. Nos ponemos de acuerdo en
compartir el futuro sobre la base de una serie de derechos y
obligaciones, que plasmamos en la constitución. Es un espacio de reglas
y, desde este punto de vista, es tanto o más de formas que de
contenidos, precisamente para que muchos contenidos distintos tengan cabida en él.
Para el nacionalismo, sin embargo, el estado es un espacio de
"esencias". Somos catalanes. Somos vascos. Somos españoles. Y como somos
"lo que somos", nos ponemos de acuerdo en compartir el futuro sobre la
base de que "somos" lo mismo. Y por eso ponemos el énfasis en las
cuestiones que refuerzan esa esencia: la lengua, la historia (que
leeremos de una forma determinada), el espíritu de "ser como somos", las
tradiciones, el localismo en la educación...
Por eso, por
definición, el nacionalismo es excluyente. Y por eso, en potencia, el
nacionalismo es totalitario. No digo que todos los nacionalismos sean
iguales. Es obvio que Esquerra o el PNV no son el NSDAP. Pero llevan en
sí el germen del totalitarismo. Y lo llevan porque simpre han estado (a
la historia me remito), están y estarán en riesgo de que la esencia
prime sobre el derecho. Y esa es una historia que ya sabemos como acaba.
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