2014/06/05

La singularidad de Jesús de Nazaret

Las tres grandes religiones monoteístas "del Libro" comparten algunas cosas. Para empezar, creen en un único Dios. Para seguir, hunden sus raíces en la misma tradición, la de la Torá y, más en general, la del antiguo testamento.

En orden cronológico, la primera (judaísmo) y la tercera (islam) comparten una fuerte orientación a la regulación de aspectos prácticos de la vida de sus fieles, configurándose, en algún sentido, como una especie de código civil, por una parte, y de código moral, por la otra, pero siempre con una vocación muy fuerte de regular lo concreto.

Es muy fácil, desde esta perspectiva, leer en estas normas de vida una proyección humana y, de este modo, saltar a concluir que estas religiones son una creación de sus creyentes. El carácter fuertemente cultural y circunstancial de las normas citadas conduce a pensar que son las que hubiese dictado cualquier persona que compartiese el ámbito cultural, social e histórico con el redactor, así como sus presocupaciones y ambiciones.

Desde esta perspectiva, el cristianismo es diferente. Jesús dice pocas cosas prácticas. No se mete en los arreglos comerciales o civiles de los que le prestaban atención o le seguían. Sus descripciones del reino son metafóricas y están formuladas en parábolas, casi más sugerencias que afirmaciones. No se mete en la vida sexual de las personas (parece que el tema no le interesa lo más mínimo como materia de predicación) ni en su vida familiar.

Simplemente predica, como modelo de vida,  un amor al prójimo como a uno mismo, una capacidad de perdón sin límtes, el desprendimiento de todo lo material sin establecer un "mínimo" que se pueda retener, la toma de partido por los pobres y un amor sin límites a su Dios.

Y esto lo ilustra con parábolas que desafían la lógica humana, que desafían la forma "normal de organizarse" de los humanos. Un padre tiene dos hijos. Uno bueno y trabajador, otro crápula y descastado. Cuando el crápula y descastado, después de haberse pulido la mitad de la fortuna familiar, vuelve a casa desesperado... ¡ni siquiera tiene que llamar a la puerta! ¡El padre salía todos los días al camino a esperar su vuelta! Y claro, cuando le organiza una fiesta de celebración de su vuelta por todo lo alto, el hermano bueno y trabajador se enfada. ¡Cómo no! ¡No es justo!

Como no es justo que el viñador que llega a trabajar al viñedo media hora antes de que acabae la jornada reciba el mismo jornal que el que lleva todo el día trabajando. Estas cosas, desde el punto de vista de la justicia humana, son raras. No son "naturales".

Por eso Jesús es singular. Es difícil ver en "su programa" la mera proyección de una mentalidad humana estándar. Esto no le da per se valor de "verdad" a su hipótesis de partida, la existencia de un Dios amor y padre. Pero desde luego hace más difícil la aplicación al cristianismo de la crítica de ser una mera proyección directa de una forma muy humana de pensar.

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