2011/10/16

Abundancia, excelencia, basura

Escuché en una ocasión, en una conferenvia pronunciada por Luis Lada, la siguiente sentencia (cito de memoria, de forma que no sé hasta que punto respetaré el literal de su formulación original): "En contra de los que pudiéramos haber esperado, la abundancia no ha generado excelencia, sino basura".


Creo que es una gran verdad. Baste ver el contenido de la mayor parte de las páginas de internet; la emisión de los múltiples canales de la televisión digital; el consumismo exascerbado en el que se zambullen las personas una vez que la renta per cápita de sus países supera un cierto umbral; la calidad de las miles de fotografías que se hacen ahora que el coste marginal de una de ellas es próximo a cero; la banalidad del discurso que se vierte en los foros digitales, que han multiplicado el alcance comunicativo de cada uno de nosotros; y tantos  tantos ejemplos más que no es difícil concebir.

¿Por qué pasa esto? Me imagino que, desde un punto de vista evolutivo, lo que nos pasa es que somos una especie que lleva 100.000 años viviendo sujeta a escasez, y sólo alrededor de 100 en abundancia (para una parte). Y procedemos de un linaje que también ha evolucionado sujeto a la escasez. De hecho, la escasez es una condición necesaria para que el mecanismo evolutivo de Darwin pueda funcionar; en ausencia de escasez no hay necesidad de competir por algún tipo de recurso escaso (alimento, agua, pareja preproductiva), y el concepto del "mejor adaptado" pierde sentido. Y ahora, en la era de la abundancia, no sabemos qué hacer con ella. Despilfarramos. No buscamos la mejor forma de emplear unos recursos que se nos antojan ilimitados. Y en ese despilafarro, las oportunidades que la abundancia nos brinda se frustran. Generamos sólo basura.

Desde el punto de vista económico este comportamiento se entiende desde el momento en el que sabemos que los recursos abundantes se devalúan. Cuando una carrete de fotos nos brindaba 24 ó 36 oportunidades de tomar una instantánea, pensábamos bien qué merecía la pena ser retratado y, una vez decidido, nos esforzábamos para que la foto saliese lo mejor posible; sabíamos que cada una de esas 24 ó 36 posibilidades tenía un cierto valor. Sin embargo, una vez que mediante una cámara digital con su correspondiente tarjeta de memoria las posibilidades son, a efectos prácticos, infinitas, cada una de ellas se devalúa al máximo, y hacemos una foto de cualquier cosa, de cualquier manera.

Quizás la forma de depurar este comportamiento sea tomar conciencia de que el auténtico recurso escaso, el que de verdad establece el límite, el que de verdad pone en valor nuestra existencia, apenas ha crecido: el tiempo que nos sea dado vivir.

3 comentarios:

  1. Sí, pero...antes muy pocos tenian acceso a esas posibilidades y hoy muchxs más pueden participar y entre mucha basura tambiénse siguen encontrando muy buenas aportaciones, no? Pero como dices estamos recien aprendiendo a manejar la abundancia y aún no estamos suficientemente educados en la crítica; precisamnete porque somos de la generación de la escasez, acapara,os sin criterio...
    Por cierto, me gusta mucho este blog y la oportunidad que da de participar sin tener que gritar más alto...bicos!

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  2. Como con casi todos los fenómenos sociales la distribución de la cultura sospecho que sigue una curva normal. Como la inteligencia, la bondad o la belleza. ¡No todos somos Einstein, Teresa de Calcuta o Paul Newman! O Guardiola, que lo tiene todo, el puñetero... Pero no por eso somos directamente basura (o sí? Ahora me corr(o)e la duda) Un poco de basura y de excelencia en los extremos, y la mayor parte en una zona media. Aurea mediocritas.

    En los terrenos educativos y de crítica cultural, que son en los que me muevo, se trata de sesgar un poco la curva hacia el nivel de la excelencia. Sin desesperar tampoco porque los resultados no sean muy positivos. Al fin y al cabo, los esfuerzos inútiles llevan a la melancolía. Y como diría Nietzsche, se puede ser pesimista pero con dos cojones! ("trágico" decía él)

    Por poner un ejemplo, voy a poner a mis alumnos a estudiar a Heráclito a través de la lectura de Borges y de Bob Dylan, esos dos malditos con la no concesión del Nobel... Like a rolling stone

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  3. Justamente lo paradójico del tema es que de la abundancia cabría esperar que hubiese sido capaz de cambar la forma de la distribución que, por cierto, más que normal es una multinomial con un máximo muy cerca del cero y una cola muy larga y de poco peso. Y que la hubiese transformado para, como dice Aurora, ofrecer a más gente la posibilidad de buscar la excelencia, más que la excrecencia.

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