2011/10/09


El Árbol de la Vida. Maravillosa película de Terrence Malick. Película sobre el sentido del dolor, el sentido de la vida, sobre hacer el bien o no hacerlo, película, en definitiva, sobre Dios. Es una película de por si loable por su ambición, por atreverse a plantear las grandes cuestiones de la vida. En medio del marasmo de productos de entretenimiento barato, de distracción que pueblan la cartelera de estrenos cada viernes, es un alivio poder asistir a un intento explícito de abordar mediante el lenguaje de las imágenes, las palabras y la música las grandes preguntas de la humanidad.

La película es hermosa, es honda, a veces es poética. El tempo es el adecuado. El equilibrio de imágenes y diálogo también lo es. Mallick sabe que de lo que la película trata no se puede hablar; y trata de mostrar lo que quiere decir, más que de enunciarlo.

Y es desde esta perspectiva desde la que la película resulta, a pesar de los dicho, fallida. No se puede hablar de Dios de forma explícita, ni mediante palabras ni mediante imágenes. Dios no se dice, se muestra. Cuando los antiguos hebreos proscribían el uso de la expresión del nombre de Dios seguramente lo hacían porque sabían que la palabra es incapaz de significar todo lo que el referente exige; el nombre de Dios hace de menos a Dios. Y ese es el pecado de la película de Malick, que resulta demasiado explícita, demasiado concreta, a pesar del carácter alegórico de muchas de sus secuencias. No se puede mostrar el cielo; no se puede mostrar su puerta; no se pueden mostrar las almas. Se deben sugerir, como intenta hacer Malik en ocasiones.

Otra cosa que la película muestra bien es el hecho de que cree en Dios el que cree en Dios; los ojos del que cree en Dios ven a Dios en todas partes, ven su manos amorosa o vengadora detrás de cada acontecimiento. En ese sentido Dios es previo a la experiencia, es casi una categoría a priori más. Como dice la madre al principio de la película, hay dos vías o caminos, el de Dios y el de la naturaleza. El que permanece en el camino de Dios cree en Dios; el que no no cree.

4 comentarios:

  1. La verdad es que yo no he visto ningún intento de hablar de Dios, al menos no desde ese punto de vista. Aunque es posible que esa fuera la intención del director. Yo he visto una película que habla de sentimientos muy profundos, y me gusta la manera plástica que tiene de expresarlos. Habla del dolor que se siente por la muerte, y de la reflexión que se hace desde la creencia en Dios. Y, sobre todo, creo que habla del dolor y la frustración que se siente cuando no se encuentra el amor... de un padre, de un marido, de un hijo. Es una película muy triste.

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  2. Ya que hablais de Dios , os dejo este link de un artículo de El Pais, aunque no tenga que ver directamente con la película que lamentablemente aún no he visto...
    Loren yo tengo un blog de cine.....
    bss
    http://www.elpais.com/articulo/opinion/vive/mejor/Dios/elpepiopi/20111012elpepiopi_4/Tes

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  3. En Días del cielo, posiblemente la película más bella que he visto en mi vida (gracias también al alucinante trabajo de fotografía de Néstor Almendros), incluso en La delgada línea roja, conseguía ese milagro de mostrar lo inefable. Lo conseguía al poner la narración en primer plano y lo indecible pero sugerible en off. Sin embargo, desde El Nuevo Mundo, ha cambiado la forma de exposición y ahora es mucho más explícito, lleno de subrayados y grandilocuencias.

    En mi crítica en LD me cebaba en los aspectos fallidos que comentas

    http://findesemana.libertaddigital.com/a-que-huele-el-universo-1276239226.html

    En Melancholia, Lars von Trier hace también una metáfora galáctica pero mucho más interesante al ser más ininteligible, a medio camino entre Casavettes y Tarkovski. Trier no se rebaja a citas biblícas que dirigen la interpretación, todo lo contrario...

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  4. ¡Qué bien dicho, Santiago! Poner la narración en primer plano y dejar lo inefable en off. En realidad, es el programa wittgensteintiano hecho cine. No recordaba que Días de Cielo fuese de Malick, pero la voy a volver a ver. En su día me encantó, pero no la recuerdo con precisión. Tampoco me acuerdo bien de la Delgada Línea Roja, pero también la voy a repasar.

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