2011/12/07

Hablando de multiculturalidad

Interesante artículo en Revista de Libros, de Félix Ovejero, reseñando algunos de los libros de Caroline Fourest: http://www.revistadelibros.com/articulos/la-reaccion-de-la-izquierda. Por resumir, defensa radical desde posiciones de izquierda de los valores de la ciudadanía y del laicismo. Espero que el link funcione; en cualquier caso, muchos de los lectores de este blog habéis recibido el texto del artículo en un mail que os envié hace un par de días. Ya he recibido las primeras reacciones (copio la contribución de Javier en un comentario abajo). A ver si tenemos u debate interesante. El tema lo merece.

5 comentarios:

  1. Me dice Javier en un email:

    "Interesante. Aunque lo he leído muy rápido, algunos comentarios

    - parece escrito desde una supuesta superioridad intelectual/moral (bastante agresiva, además) que me genera un considerable rechazo. "La izquierda" (cada vez me parece más rígida y limitante la dicotomía y el encasillamiento que encierra el término, como si una vez que cualqiuera se sitúe en un lado todo le quede "iluminado" ¿no se parece ésto, paradógicamente, a las tan criticadas religiones?) una vez más, gozaría de un "plus" de verdad...
    - comparto básicamente la idea de que, a menudo, se es excesivamente tolerante con ideas opuestas a elementales derechos humanos en aras de la multiculturalidad. Sin embargo, leyendo el artículo, da la impresión de que para el autor (y supongo que para C.Fourest) no queda margen de dicusión para muchos temas que, desde mi punto de vista, no están cerrados y admiten matices (¿es igual un burka que un pañuelo?)
    - por último, no estoy de acuerdo en que las religiones no puedan participar en los debates sobre nuestras normas o las decisones políticas o económicas. De manera natural lo hacen grupos o asociaciones caracterizados por una especial sensibilidad por algún asunto (defensores de los derechos de los animales, ecologistas, nacionalistas,...) que puede no ser compartida por una buena parte de la sociedad. De hecho, por más que a muchos intelectuales "de izquierdas" les pese, no cabe ninguna duda de que gran parte de nuestra visión sobre los derechos y la dignidad de las personas, la justicia social, etc. están firmemente influenciadas por el cristianismo. En mi opinión, muchos principios del cristianismo fueron (son) aceptados por no creyentes (te puedes adherir a una idea porque, en tu fuero interno, te impresiona como "verdad") que, al no compartir su fundamento, buscaron (y encontraron) otra manera de llegar al mismo punto. Esa historia puede seguir repitiéndose. Por supuesto, también a la inversa (!)

    Abrazos

    Javier

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  2. Javier, muchas gracias. Son comentarios realmente interesantes; ahí van los míos a los tuyos (lo parto en dos porque si no no me lo acepta el sistema).

    El autor del artículo no se declara en el mismo de izquierdas. No sé si C. Fourest, la autora de los libros reseñados, lo hace, aunque por lo que he leído sobre ella es muy posible que así sea. Es verdad que el artículo está escrito, si no con agresividad, con grandes dosis de ironía (por cierto, repartiendo estopa a diestro y siniestro; hasta el propio Russell se lleva lo suyo).

    ¿Tiene la izquierda un “plus de verdad”? Yo creo que de las ideologías políticas (puesto que es de esto de lo que hablamos) no se puede predicar la “verdad” o “falsedad”. Las ideologías políticas buscan otros fines que el descubrimiento de la verdad. De eso se ocupan las ciencias y la filosofía. Las ideologías políticas buscan el bien estar común, o la mejor forma de organización de las sociedades humanas. ¿Tiene la izquierda algún tipo de “plus”? Hombre, yo creo que depende de para quién. Para mí, que soy declaradamente de izquierda, sí. Veamos, ¿qué diferencia a unas ideologías de otras? Es decir, si dejamos al margen los extremos que tanto izquierda como derecha tienen o han tenido en la historia, ¿qué es propio de cada ideología (sabiendo que todas tienen un poco de todo)? Pues la derecha conservadora, la conservación del estatus quo, incluyendo los privilegios de las viejas castas (nobleza, alta burguesía, religión, establishment económico, …); la derecha liberal, la eficiencia del funcionamiento del sistema; y la izquierda la solidaridad. Y ahí lo dejo…

    Respecto de la radicalidad de la autora en su defensa de posiciones laicas, es muy posible que lo sea. Sin embargo tengo dos comentarios aquí. El primero es que el tema está adquiriendo un cariz que hace imprescindible que los enemigos de la Ilustración tengan claro de una vez que hay líneas rojas que no se van a traspasar, líneas que tienen que ver con la libertad y la dignidad de las personas. Y eso me lleva al tema del velo. ¿Qué le ocurre a una mujer joven perteneciente a una comunidad islámica en un país desarrollado, que quiere dejar de usar el velo? Que será estigmatizada y perseguida en su comunidad, muchas veces de forma no visible para los poderes del Estado encargados de defender su libertad. Sin embargo, en un contexto en el que el velo no sea de uso autorizado en el espacio público, su libertad quedaría salvaguardada. Por lo tanto, yo creo que mientras que tengamos la fundada sospecha de que las mujeres pertenecientes a comunidades islámicas no son libres de decidir si quieren o no llevar el velo, su uso debe estar prohibido.

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  3. Y finalmente, ¿deben las religiones participar en el debate político? Yo creo que como tales religiones, no. En primer lugar porque no aceptan la autoridad de la sociedad civil, la “soberanía popular” como mecanismo de legitimación de las decisiones políticas. Para las religiones la fuente de esta autoridad reside en un principio de imposible inter-subjetivización: la palabra del dios que sea, revelada a los hombres a través de unos pocos iluminados. Esto se pone de manifiesto de diferentes maneras. La primera es que siempre, sin excepciones en la historia, las religiones y sus iglesias han tratado de copar el poder político y no se han apeado de él sino como consecuencia de la reacción de la sociedad civil. Ocurrió en Europa desde la Edad Media hasta la Revolución Francesa y ocurre hoy en el mundo musulmán. La segunda es que para las religiones el bienestar general no es el objetivo principal de su quehacer, sino la consecución de una serie de objetivos de carácter más o menos esotérico (la salvación de las almas) que no siempre coinciden con aquél.

    El ejemplo más palmario es el del preservativo. En contra de toda la evidencia científica acerca de su capacidad de prevenir las enfermedades de transmisión sexual en general y el sida en particular, la iglesia se opone a su uso. ¿Por qué? Porque para la iglesia, en realidad, es más importante la castidad (de creyente y no creyentes) que la salud (y aunque esto sea muy fuerte, el comportamiento de curas, obispos y papa al respecto así lo prueba). Si no fuese así, la iglesia diría: “Aquellos que queráis enfangaros en una vida de depravación y pecado, usad el preservativo, si no para evitar que os pudráis en el infierno, si al menos para demorar ese momento; ahora bien, para los queráis caminar por la senda de la virtud, el preservativo será inútil, ya que la castidad no hará necesario su uso”.

    Si las iglesias fuesen de verdad respetuosas con las reglas del juego de la sociedad civil, no tratarían de influir en las leyes que rigen para todos; se limitarían a explicarle a sus fieles si pueden o no acogerse a ellas: “Si queréis ser buenos católicos, no os divorciéis; respecto de la ley de divorcio, sin embargo, no tenemos nada que decir”; “Si queréis ser buenos musulmanes, no os caséis con alguien de vuestro mismo sexo; respecto de la ley de los matrimonios homosexuales, sin embargo, no tenemos nada que decir”. En definitiva, a título particular, un creyente puede decir lo que quiera y defender cualquier idea política; pero el ámbito de “prédica” de las religiones no debe ser el espacio civil.

    En fin, siento la extensión, pero tus comentarios son muy buenos y se merecen una respuesta detallada.

    Un abrazo

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  4. Me dice Javier:
    "Muy brevemente (como en las réplicas en el Congreso, cada vez éstas deben ser más cortas) un par de comentarios:


    No comparto que el ámbito de las religiones sea el estrictamente privado. Cuando cualquier organización o asociación de personas considera injusta una ley o piensa que va a contribuir negativamente al desarrollo de la sociedad puede (y debe) manifestarlo. A los abolicionistas de la “fiesta” de los toros no se les puede contestar que son libres de no ir a las corridas, porque lo que ellos pretenden es que no pueda ir nadie (no que no vaya nadie) y tienen todo el derecho a hacerlo, seguramente no solo por el daño infringido al toro sino porque quieren que la sociedad en su conjunto trate de otra manera a los animales.

    Del mismo modo, seguramente los abolicionistas de las corridas de toros no promoverían una norma que obligase a administrar un potente analgésico a los toros antes de salir al ruedo. Entenderían que ello contribuiría a mantener las corridas durante más tiempo al proporcionarle excusas a la sociedad. Les parecerá, en definitiva, contrario a sus objetivos, porque no es solo el dolor toro lo que ellos quieren evitar, sino todo lo que la celebración de las corridas implica. Estoy seguro, sin embargo, de que pensando en cada toro que sale al ruedo desearán que vaya analgesiado, pero no dedicarán sus esfuerzos a extender el uso de ese analgésico sino a insistir en la abolición.

    Finalmente, no creo que el fin último de las religiones sea la salvación de las almas (de hecho muchas de ellas ni siquiera hacen referencia a una vida eterna ) sino la búsqueda de la felicidad de las personas.

    Un abrazo"

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  5. Javier, muchas gracias.

    EL debate se nos va desplazando poco a poco a la religión. Es verdad que en la base de las diferencias que los defensores de la multiculturalidad piensan que hay que preservar está con frecuencia la religión... No sé, creo que iniciaré una conversación específica sobre el tema.

    Pero no me resisto a contestarte brevemente. Yo creo que cualquier persona, en tanto que ciudadano, tiene el derecho a defender la posición política que quiera, y a manifestar su aprobación o rechazo a cualquier propuesta. Sin embargo creo que los representantes de las iglesias y religiones no deben hacerlo en tanto que tales, y precisamente porque, como dijo el fundador, "su reino no es de este mundo". Es decir, sus objetivos no son terrenales, su lógica no es la razón, sus normas no son la democracia, su autoridad no se basa en la deliberación y la soberanía popular. Por eso creo que curas, rabinos, mullahs y demás sacerdotes de las distintas religiones deben guardar silencio en lo referente a las normas de organización política y social. Por así decirlo, ellos no juegan al fútbol, juegan al baloncesto, y no deben irrumpir en mitad del partido (sobre todo porque además no respetan la autoridad del árbitro).

    En cuanto a lo que dices de las religiones y su fin último, respeto totalmente tu vivencia. Pero si analizas la práctica de las religiones cuando el poder terrenal no las ha "embridado", creo que no se puede concluir que buscan la felicidad de sus fieles; creo que su práctica demuestra que buscan la presunta salvación, aún a costa de aplicar prácticas de adoctrinamiento y/o castigo que incluyen la muerte. Lo vemos hoy a diario en el Islam y lo hacían la iglesias cristianas hasta que el poder civil se emancipó de ellas. Es decir, que respeto profundamente tu vivencia religiosa, pero estarás conmigo en que un obervador externo que analizase el comportamiento de los sacerdotes de als diferentes religiones concluiría que están dispuestos a todo por salvar el alma de sus fieles, incluyendo a torturar y matar al cuerpo.

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