2016/03/24

Memoria histórica: mi "relato"

La capacidad de la concejala del Ayuntamiento de Madrid Celia Mayer de pisar un charco hasta en el desierto del Sahara ha devuelto a la actualidad la así denominada "memoria histórica". Si yo lo entiendo bien, el objetivo último del ejercicio de "memoria histórica" y de la ley que en su día aprobó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no era otro que establecer el "relato" de lo que ocurrió durante la guerra civil y en los primeros años del franquismo. La necesidad de esta ley viene dada por el hecho de que los vencidos en la contienda fratricida no han tenido la ocasión de honrar la memoria de sus caídos, ya que por razones obvias el franquismo no se ocupó de ello (más que esto; impidió que ello ocurriese) y, en los años de la transición pareció más prudente dejar el asunto para más tarde y así evitar reabrir las viejas heridas.

Pero yendo al fondo del asunto, e imitando a la citada concejala, me tiraré de cabeza al charco y contaré aquí mi relato, tratando primero de ceñirme a los hechos y luego exponiendo cómo yo los valoro.

  1. La guerra civil estalla como consecuencia de un golpe de estado militar fallido contra un gobierno legítimamente constituido. Es cierto que ese golpe se había visto precedido de meses de violencia que los distintos gobiernos no habían podido controlar, y que como consecuencia de los mismo había sido asesinadas personas de uno y otro color político. Pero el hecho bruto es que un gobierno, salido de las urnas hacía unos meses y con amplio respaldo democrático, sufrió un intento de golpe de estado. Al fallar, ese golpe dio lugar a una guerra de cerca de tres años.
  2. Es un hecho que los bandos en la contienda portan ideologías contrapuestas y, en cada caso, no demasiado homogéneas. En el bando republicano convivían liberales, socialdemócratas, socialistas, comunistas y anarquistas. En el bando nacional lo hacían conservadores, falangistas y autoritarios.
  3. Es un hecho que entre 1931 y 1936 la República había legislado abundantemente y que lo había hecho bajo gobiernos de inspiración socialdemócrata, socialista y liberal. Mucha de esa legislación trataba de sacar a España de su retraso respecto de países europeos más desarrollados y de mejorar las condiciones de los más desfavorecidos.Se puede discutir en qué medida ese intento modernizador trató de avanzar demasiado deprisa, o el carácter más o menos radical de algunas de las leyes, pero es difícil cuestionar la orientación ilustrada y, en ese sentido, progresista y de tradición republicana, de la dirección general legislativa de la República.
  4. Es un hecho que al estallar la guerra se desata una ola de violencia en las retaguardias de ambos bandos, que causa decenas de miles de muertos. Según estiman los historiadores, los republicanos asesinaron a unas 50.000 personas, y los nacionales a unas 100.000 (ver artículo "Víctimas de la Guerra Civil Española" en wikipedia).
  5. Es asimismo un hecho que de la misma forma que la represión en el bando nacional fue impulsada, respaldada o directamente planificada por las autoridades ( El general Mola, el día 19 de julio, dio instrucciones explícitas: "Es necesario propagar una atmósfera de terror. Tenemos que crear una impresión de dominación [...]. cualquiera que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado"; artículo referido) en el caso republicano, si bien a medida que el final de la guerra se aproxima y la influencia comunista en el gobierno crece el papel de las autoridades es similar (por ejemplo, cada vez me parace más que probable la veracidad de la intervención de Santiago Carrillo en los asesinatos de Paracuellos; ver artículo "Matanzas de Paracuellos" de wikipedia), es posible atribuir parte de esa represión a la falta de control de las propias autoridades sobre los brazos armados de algunos partidos, sindicatos o grupos políticos.
  6. Es asimismo un hecho que al acabar la guerra las autoridades franquistas continuaron con la represión. Según Payne, "La terminación de la Guerra Civil no puso fin a la represión, sino que facilitó una más eficaz sistematización de ella.". Los historiadores cifran en alrededor de 50.000 las personas que murieron como consecuencia de dica represión.
¿Y qué cabe concluir de todo ello? Desde mi punto de vista, cuando se entra en la valoración de los hechos, cabe razonar en tres planos diferentes: el de la legitimidad democrática, el de las ideas que se enfrentaban y en el de los comportanientos.
  • Desde el punto de vista de la legitimidad democrática, mi opinión es que el alzamiento militar fue un acto ilegítimo contra un gobierno legítimamente constituido, acto que no tenía ni tiene justificación. El hecho de que ese gobierno fuese más o menos radical o más o menos incapaz no justifica en modo alguno el alzamiento.
  • Desde el punto de vista de las ideas, dentro del marasmo ideológico de los dos bandos, el republicano portaba muchas de las que constituyen el núcleo de la Constitución de 1978. Es cierto que pueden encontrarse también en dicho bando ideas totalitarias y en absoluto democráticas, pero ello no anula lo anterior. Yo creo que no puede decirse lo mismo del bando nacional, cuyo sustrato ideológico per se nunca hubiera llevado a una democracia liberal como la que disfrutamos hoy en día.
  • Desde el punto de vista de los comportamientos, los dos bandos se lanzaron a una represión brutal, cruel y atroz en sus retaguardias, con el fin de aniquilar físicamente al contrario. El hecho de que en el caso republicano algunas autoridades hiciesen repetidos llamamientos a la aplicación de la ley y al fin de esa represión no cambia el dato de miles de personas asesinadas. El tenor moral del franquismo queda bien reflejado por el hecho de que, concluida la guerra, el régimen continuase con esa represión, igual de brutal, cruel y atroz.
El franquismo elaboró su relato en los 36 años de régimen. El bando republicano no tuvo ocasión de hacerlo.

Pero ese relato, si bien no admite matiz en el plano de la legitimidad (golpistas frente a un gobierno legítimamete constituido y democrático) y admite grises en el de las ideas (en el bando republicano convivían demócratas con totalitarios; en el nacional sólo había de éstos), debe ser un relato de horror y vergüenza compartidas en el plano de los comportamientos: los dos bandos se lanzaron a sendas carnicerías en sus retaguardias, carnicerías despiadadas, atroces, brutales, que causaron 200.000 muertos. No me importa quién mató más. Seguramete mataron todo lo que pudieron unos y otros. Y, por ello, el relato no puede ser de buenos y malos. Debe ser un relato de malos y malos. Y no se trata de equidistacia apriorística o buenista. Si en el plano de la legitimidad e, incluso, en el de las ideas mi razón y mi corazón están con la República, cualquier forma de adhesión se desvanece al analizar los comportamientos.

El régimen franquista asesinó a 150.000 durante y después de la guerra. Era además ilegítimo y totalitario. Desde cualquier óptica, condenable. Pero la República, legítimamente constituida y con un gobierno democráticamente establecido en 1936, y portadora de muchas ideasde progreso y bienestar para todos los españoles, fracasó estrepitosamente cuando 50.000 personas fueron asesinadas por sus ideas en su territorio. Y es desde esa condena y desde ese fracaso desde los que yo creo que hay que escribir el relato definitivo, el relato del horror y el espanto de un país, España, en el siglo XX.




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