2013/09/05

Lecturas de verano (3/3): ... y sin embargo...

Tercer libro, este de Thomas Nagel. "Mind and Cosmos; why the Materialist Neo-Darwinian Conception of Nature is Almost Certainly False". Thomas Nagel es un valiente. Es de los pocos filósofos que se atreven a plantear una visión de la realidad alternativa a la dominante (materialismo, evolucionismo, ...). En el cóctel de lecturas veraniegas, Nagel ha sido el contrapunto a Krauss y Spinoza.

Nagel es un filósofo ya veterano (76 años), norteamericano, judío y de origen serbio. Hace ya mucho tiempo que defiende que hay algunas características de la mente que una aproximación filosófica materialista clásica no puede explicar. Hace años publicó un ensayo (célebre en el circuito filosófico) con el sugerente título "What is it like to be a bat?" (¿Cómo sería ser un murcielago?) en el que ya defendía que la mente (las mentes, bien sean de los humanos o de los animales) tiene una propiedad que es difícil de explicar por una teoría materialista clásica: esta propiedad sería algo así como "la subjetividad" o el "punto de vista".

Veamos. Todos nosotros somos cuerpos, con características objetivas: el peso, la altura, el color de la piel, el colesterol, el nivel de glucosa en sangre... Incluso nuestro cerebro tiene propiedades objetivas. Unos electrodos conectados de forma adecuada revelarían el mapa de activación de las neuronas y zonas cerebrales cuando hacemos cosas diversas.

Sin embargo, un cerebro puede hacer algo que es chocante: un cerebro puede generar experiencias subjetivas: el color rojo del atardecer, el sabor dulce del café de la mañana, la emoción del tercer movimiento de la Novena de Beethoven... Todas esas experiencias conscientes comparten su carácter subjetivo. Son de cada uno. Únicas e intransferible. Nunca podremos saber si mi "rojo" es igual al de los demás.

Se puede decir: esas experiencias las genera el cerebro, corresponde a estados de activación neuronal. Y es cierto que dichas experiencias llevan todas asociados patrones de activación neuronal, que seguramente las causan... pero qiue no son las experiencias en sí. Cuando yo veo el rojo de una rosa, seguro que hay un determinado patrón de activación de neuronas en mi cerebro, pero (a) no soy consciente de él y (b) no es lo mismo que mi experiencia del rojo.

El cerebro genera una mente, y la mente tiene la característica única d ela subjetividad. En esto el cerebro es único y singular: los hígados no generan nada que tenga la característica de la subjetividad.

Bien; ¿cómo puede la materia, que las teorías materialistas describen y modelizan mediante variables todas observables y, de este modo, objetivables, generar algo que tiene un punto de vista? ¿Cómo se general algo tan "raro" como un punto de vista subjetivo a partir del modelo estándar de la física de partículas y la teoría de la evolución?

Nagel dice que es imposible, y que por eso él cree que hay que ampliar el armazón conceptual de dichas teorías. Al principio se le acusaba de dualista, como si él estuviese proponiendo que, además de la materia, existiese algo así como el alma. Pero Nagel se reclama ateo y no "animista". Él dice que nuestra descripción del mundo, que debe ser autocentenida (es decir, sin echar mano de agentes externos al orden natural), es en la actualidad incompleta.

Es como mínimo interesante, ¿verdad?

6 comentarios:

  1. Pero ¿porqué pensar que tu percepción del rojo no es igual a la de los demás? y ¿qué es lo subjetivo? ¿existe?

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  2. Bueno, es que directamente no sabes si el rojo de una persona es el mismo que el de otra, porque no se puede comprobar. Ahí está el quid de la cuestión. No se puede comporbar porque es subjetivo.

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  3. Comentario de Javier Cobo:

    "
    Gracias Lorenzo, interesantísimos los tres.

    La perspectiva atea necesita creer en una “fluctuación” que de la nada origina el cosmos, un azar prodigioso que ordena átomos y moléculas en cadenas de DNA con “significado” dando lugar a la vida y, en la pirueta final, en la aparición de la conciencia capaz de pensarse a sí misma por procesos exclusivos de mutaciones y selección natural…todo ello sin ningún fin, ni sentido, por supuesto… Parece que desde el ateísmo se necesita tanta (o más) fe que desde la creencia en Dios.

    Me temo que, la respuesta de ateos y creyentes no es finalmente racional (ni irracional tampoco) sino, básicamente, afectiva…y como prueba, el propio Nagel: “Yo deseo que el ateísmo esté en lo cierto. Y me siento muy incómodo ante el hecho de que algunas de las personas más inteligentes y bien informadas que conozco sean creyentes… Yo no quiero que Dios exista…" . Cualquier creyente aceptaría de buen grado las mismas frases en el sentido opuesto (¡!)"

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  4. Discrepo, Javier. La perspectiva atea no necesita creer en las cosas que dices, porque las cosas que dices las vemos, las medimos, las analizamos, generamos predicciones sa partir de ellas, vemos a ver si las predicciones se cumplen, etc. Es decir, las fluctuaciones del vacío son algo conocido, medido, observado. Es decir, la visión atea tiene la indudable ventaja epistemológica de que pretende dar una explicación del orden natural... desde el orden natural.
    Me puedes decir que desde la hipótesois de Krauss o las ideas de Spinoza hasta una teoría concreta que explique el origen del universo queda aún muchi camino por recorrer, y yo esty de acuerdo. Pero los mimbres con los que esa teoría se pretende construir son los del "mundo".
    Dios no es observable, ni medible. es una hipótesis que, de saque, recurre al "más allá" para explicar el aquí. Supone la rendición antes de empezar la batalla, aceptar de antemano que la realidad no es explicable desde sí misma.
    ¿Materia de preferencias? Sí, puede ser. Pero no estoy de acuerdo en que sean posiciones "simétricas".

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  5. Me recuerda al problema de indecidibilidad de Gödel. La proposición "indecidible" es siempre una autoreferencia del sistema lógico. La subjetividad para un ser vivo puede considerarse análoga a la autoreferencia y ahí es donde el sistema lógico (o nuestra comprensión del funcionamiento ser vivo) choca con sus límites. Ya lo decía Hofstadter en Gödel, Escher y Bach: un eterno y grácil bucle.

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  6. Bueno, tiene el mismo aire, pero no es exactamente igual. En el caso del teorema de Gödel, sabemos desde fuera del sistema formal que la famosa proposición es cierta... pero no podmeos, dentro del sistema, decidir si lo es o no...La subjetividad sí que tiene algo del cerebor apuntándose a sí mismo... pero, ¿en qué momento eso se hace subjetivo?

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