2013/01/19

Lincoln

Venimos de ver Lincoln, la película estrenada hoy (en realidad, ayer) y dirigida por Spielberg. A mi me ha fascinado. Es interesantísima, el ritmo (en contra de los que algún insigne crítico cinematográfico opina) es trepidante y ascendente, la historia que relata es emocionante y los actores hacen un trabajo espectacular, en especial Daniel Day Lewis, que no es que interprete a Lincoln, es que es Lincoln.

Pero además de eso, la película es muy sugestiva, por la cantidad de ideas que pone sobe la mesa:

  1. ¿Justifica el fin los medios empleados para alcanzarlo? ¿Estuvo Lincoln justificado para comprar los votos que necesitaba para aprobar la 13ª enmienda a la Constitución norteamericana que prohibe la esclavitud?
  2. ¿Estaba el Sur legitimado a segregarse alegando que lo hacía para defender sus costumbres, su modo de vida, sus tradiciones y su economía (¿les suena la argumentación?)?
  3. ¿Qué debemos esperar de un político, liderazgo o gestión, si tenemos que elegir?
  4. ¿Qué debemos hacer cuando la ley no nos proporciona una guía clara de actuación?

Algunas de estas ideas las he tratado en alguna ocasión, pero reconozco que las repensaré. Creo que yo sí hubuese comprado algún voto para que se aprobase la 13ª enmienda, lo confieso.

En la película se refleja bien la posición de un Lincoln convencido de los principios republicanos e ilustrados, enfrentado a un Sur casi medieval y muy romántico en su concepción de la historia y de la sociedad. ¿En qué clave se verá esta película en los círculos nacionalistas?

Y respecto de liderazgo y gestión... miremos a nuestra querida España...

2013/01/15

Grandeza

Tras algunos meses de inactividad, los renovados bríos que aporta el cambio de año me traen de vuelta al blog (¿o debería decir bitácora?), esta vez para hablar de la idea de grandeza.

Según la RAE, la segunda y sexta acepción del término grandeza dicen, respectivamente, así: 2. Majestad y Poder; 6. Elevación de espíritu, excelencia moral. Y la quinta acepción reza: 5. Extensión, tamaño, magnitud. En las líneas que siguen usaré grandeza en el sentido de "algo grande (o que aspira a serlo), que o bien eleva el espíritu del sujeto y lo acerca a la excelencia moral o estética, o bien acerca al ser humano a límites antes desconocidos (o ambas cosas a la vez), confiriéndole una pátina majestuosa".

Sólo los humanos somos capaces de alcanzar la grandeza. Es así debido a la componente estética, moral o de superación que la grandeza conlleva. La condición de posibilidad de la grandeza es la naturaleza "semántica" del ser humano. A diferencia de muchos seres vivos y de los ordenadores, que son seres sintácticos, seres para los que el significado no existe y cuyo comportamiento se rige por códigos escritos y fijos (códigos genéticos y embebidos en el instinto, o códigos informáticos), los humanos somos seres de sentido y significado, seres por lo tanto finalistas y semánticos. Y buscamos (y, en ocasiones, hallamos) el significado por la vía de dotar a la realidad de diferentes planos, en orden ascendente de abstracción, desde cada uno de los cuales podemos contemplar los de menor jerarquía, analizarlos, evaluarlos, sacar conclusiones y volver con estas conclusiones a la vida que en ellos transcurre.

Del mismo modo trazamos planes para alcanzar distintas metas en los distintos planos de la vida, planes cuyo significado y sentido sólo se entiende bien en un  plano superior de la realidad. es interesante, a este respecto, escuchar a algunos de los alpinistas que han escalado las más altas cumbres del planeta cómo cuando explican bien el porqué, la motivación de sus hazañas o bien la vivencia que de las mismas ellos han experiementado, se refieren con frecuencia a motivos o emociones de orden espiritual o estético que, apriori, nada tienen que ver con la gesta de subir a una montaña de más de 8.000 metros de altura.

Desde esta perspectiva, ¿qué puede impedir la grandeza? Me imagino que muchas cosas, pero quisiera llevar la atención aquí a dos de ellas. La primera es la mezquindad. La búsqueda del pequeño (o gran) beneficio propio a corto plazo, frustrando el potencial de la empresa en cuestión de dar algo más de sí. Mezquindad que va unida a la miseria moral, a la desconsideración, a las malas intenciones, a la carencia de miras, al vuelo alicorto. Esta sería una causa de frustración de la grandeza ligada a malas personas, a personas envilecidas.

Pero me interesa más la segunda causa, ya que es más propia de la "gente normal y corriente", como el que esto escribe. Se trata de la frustración de la grandeza por la abdicación de nuestra condición de seres semánticos. Cuando, en nuestra vida, nos regimos por códigos ya escritos, bien sea por la convención, por la rutina o por las distintas formas de poder. Cuando renunciamos a pensar, a criticar, a inventar, a explorar. Cuando optamos por el cómodo trantran de lo que nos dicen y nos cuentan.

No todos podemos aspirar a la grandeza de los gGrandes de verdad, los Grandes con mayúsculas. Platón, Bach, Velázquez, Gödel, Einstein, Gandhi o Rothko no están a mi (¿nuestro?) alcance. Pero sí podemos aspirar a hacer lo mejor que se pueda con y de nuestras vidas. Tratar de que lo que hagamos eleve nuestro espíritu, que tenga sentido y significado.

... quizás no sea mal propósito para 2013.